20 de enero de 2013
Hoy es el día de San
Sebastián, que si tamborrada pa’rriba, tamborrada pa’bajo… un poco cansinos
aunque claro, los donostiarras de pro que me lean dirán que soy un blasfemo
como mínimo. Por eso, yo me he GerardDepardieudizado, me he hecho un poco más
ruso… dentro de poco el mismísimo Putin me va a dar el pasaporte.
Mi Depardieudización
ha consistido en que me he renovado la visa de trabajo por un año. A la manera
rusa, este trámite ha exigido tropecientos millones de papeles, que les escriba
nombre y lugar de residencia de mis familiares y más autógrafos que Cristiano
Ronaldo a la salida del entrenamiento. Y con toda la documentación y el
pasaporte, allá que me fui pero, como comprenderéis, no fui solo. Os voy a
hablar de Olga Vasili’evna.
Esta mujer tendrá
unos 50 y tantos y es la encargada de la escuela de que a mí no me falte de
nada en lo que se refiere al piso, papeleos… pero claro se supone que si yo
tengo algún problema me tengo que dirigir a ella pero hay un pequeño matiz sin
importancia para los rusos… ella no habla inglés (ni papa) y yo con mi ruso macarrónico…
pues es imposible. Es bastante estúpido tener como contacto para los problemas
a una mujer a la que no le puedes contar tu problema… en fin. Ya solo para
encontrarnos para ir a Inmigración fue una odisea porque ella me llamaba, me
decía lo que me tenía que decir y tan pancha, como si yo me hubiera coscado de
algo… tremebundo como diría Piqueras.
Pero al final nos
encontramos y para Inmigración que nos fuimos en mis queridas ‘Marsrutkas’,
esta vez, la número cinco. Y llegamos al edificio y nada más entrar te das
cuenta de que si algo falta, eso es orden, al menos orden como lo entendemos
nosotros. Nada de sillas donde esperar, nada de cita previa, nada de numeritos
donde van llamando… Ni colas ni leches, nos fuimos para la ventanilla donde
estaban atendiendo a un hombre y Olga planta los documentos ante la señora policía
y que le zurzan al hombre. Así, sin esperar ni nada, por las bravas. Un nuevo autógrafo
y ya me dan la visa pero Olga quería conseguir una copia y peregrinación por
las ventanillas a ver dónde se podía conseguir una copia. Y sin respetar turnos
ni leches.
Menos yo, que se
notaba a la legua que era europeo, los demás eran de los ‘tanes’ (Kazajstan,
Kirguizistan, Uzbekistán… porque muchos tenían los ojos achinaos) Había un tio
calvo con barba larga (como el profesor Bacterio de Mortadelo y Filemón) que yo
pensé: “Este es terrorista checheno fijo” y encima no le escribía el boli y se
estaba cabreando… y yo pensando: “ahora es cuando nos revienta a todos”. Pues
el boli pudo con él y se largó todo mosqueado. He aquí al sujeto.
Al final, otra policía le dijo
algo a Olga y nos fuimos… ¿qué le dijo? Ni idea, ¿conseguimos la copia? No, ¿la
conseguiremos? Ni idea.
Como comprenderéis,
ni una foto al edificio ni a sus amables inquilinos. Y salimos a la calle y le
comento, bueno, por gestos, le intento decir a Olga que tengo que encontrar una
peluquería… pero quería decir que no la necesitaba en ese momento, que me
dijera por mi barrio si conocía alguna. Pues entendió que necesitaba cortarme
el pelo YA. Y me agarra y encontramos una peluquería, que yo sospecho que era
solo de mujeres pero como mi amiga entró como un elefante en una cacharrería diciendo
que yo era de España, que no hablaba ruso y que quería cortarme el pelo… pues me
sentaron en la silla. Como para decirle que no.
¿Y cómo te comunicas
en una pelu rusa? Por signos, tijeras, fácil de hacer en mímica; pelo corto…
bueno, se puede… pero cuando llega el momento de que te empieza a preguntar si
te corta más o menos, que si de aquí o de allá, se acabó la mímica. Al final,
parecía que discutían Olga y la peluquera por el tipo de peinado/corte que me
tenían que hacer. Lo único que pude decirle es ‘kak ti joches’ a la peluquera
que traducido es ‘como tú quieras’.
180 rublos, menos de
5 euros por un corte que me hacía más ruso todavía o eso pensaba yo visto que
la peluquera no sabía lo que hacer conmigo… pero al final ni tan mal, no me
dejo mu malamente. Esta es la prueba de mi rusificación… un recibito bien mono
con fondo de mi sofá comunista.
Y tras pagar te das
cuenta de otra de esas cosas estúpidas que pasan en Rusia. La peluquera se tira
5 minutos que si secador pa’quí, secador pa’llá… total para tener que salir a
la calle y ponerte el gorro porque hace un frío que pela. ¿Por qué me peinas
alma de cántaro si no se me va a ver y no se va a notar nada de nada porque
tengo la cabeza embutida en el gorro? Alguien debería explicárselo al gremio de
las peluqueras.
Y como esta entrada de mi blog ha
sido ladrillaco, para que veáis que me he rusificado más, mi merienda de ayer
cuando acabe de trabajar y hasta el gorro de niños. Cervezacas y pescado seco
(izq) ahumado (un poco más a la derecha) y calamar seco a la pimienta (der)
como bocados exquisitos, la merienda de los campeones, ni Nocilla ni leches… y
tengo que decir que repetiré.
Seguid atentos que en breve hablaré del gran
peligro de Rusia, que no es el vodka… aunque podría serlo. Do svidania!
La verdad que te podías haber cogido un pequeño tambor y haberte lanzando a las calles rusas, con traje Napoleónico, para celebrar la Tamborrada. Las buenas tradiciones hay que exportarlas...
ResponderEliminarY qué agobio me estaba entrando poniéndome en tu lugar y no pudiéndome entender con la gente. Ufff... horror.
Bueno, ya veo que a partir de ahora vas a ir a peluquerías de mujeres jejeje... Oye, si ya al menos eres capaz de entenderte con la peluquera...
Como siempre, un placer leerte.
Toda experiencia que tengas con la administración, SIEMPRE, será digna de leer, porque esta gente se sale del molde (por lo menos del nuestro) por todas partes. Espero más de este tipo. (Eso sí, si te dicen que firmes un papel en blanco, ¡no lo hagas!)
ResponderEliminarMuy bien ir acompañado de un autóctono a la pelu... ¡porque a mi me timaban cada vez que iba! Así que... ¡dejé de ir!
No me gustan esos pescados tan de moda en el país... Blllllllllllll...
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