Ulyanovsk, 10 de mayo de 2015
Seis de la mañana y suena el despertador, madrugón que te crió para poder ver en condiciones el desfile de la Victoria. Por suerte, a eso de las cinco de la mañana ya entra una luz por las ventanas que no es ni medio normal. No llueve. Primera buena noticia del día. Plan estratégico. Situarnos en la calle Tsverkaya, a la altura del metro de Mayakovskaya, y ver pasar los tanques y los misiles y tal. El día anterior habíamos visto las vallas y era un lugar bueno porque por ahí pasaban al ir a la Plaza Roja y al volver de la plaza. El desfile empieza a las 10 de la mañana y tenemos dos horas y media.... DOS HORAS Y MEDIA DE ESPERA casi nada 'pal' cuerpo.
La hermana de Elena también ha hecho noche en el tren para ver el desfile y quedamos con ella en ese mismo lugar y primeros mensajes preocupantes. ¡¡¡TODO CERRADO!!!, no se puede ver el desfile. Pensamos que no será para tanto y vamos al punto de encuentro. En efecto. Las vallas están pero no dejan a nadie en la acera. MANDA HUEVOS como diría el otro. Menos mal que uno es rápido como el viento y pudimos hurtar este documento gráfico.
Y ya, no hay más, esto es lo que vimos de los tanques, misiles y demás aparatejos de matar. Me cagué en los muertos de los rusos unas cuantas veces. Madrugón del quince para que no podamos ver nada. Y esto no es la primera vez que nos pasa. Cuando organizan algo así, nunca quieren a la gente cerca. Cuando estuvimos en las noches blancas de San Petersburgo, lo mismo. No dejan que la gente participe ni se acerque... Yo no digo que se pueda entrar en la Plaza Roja pero que dejen ver en las calles cómo van los tanques camino al Kremlim. Joder, que tenían todo vallado, que iba a estar todo perfectamente controlado. Pues nada, el pueblo... a tomar por el culo.
Esta misma reflexión mientras veis unos misiles atómicos... ¿Qué más queréis?
Y después de despotricar lo despotricable, localizamos a la hermana de Elena y buscamos otro lugar alternativo. Damos con una familia también mosqueada porque el hijo quería ver los tanques y no podían. Van a intentarlo en otro lugar. Nos dicen si vamos con ellos. Y ahí, metidos en el coche con una familia que no conocemos de nada recorremos un Moscú semidesértico. No han dejado en Kitai-Gorod, cerca del Kremlin pero allí no se puede ir. Nos mandan hacia el río. Y por fin un golpe de suerte. LLegando al río los vemos...
Y pasa otro grupo...
Y otro...
Tenemos mucha suerte porque pasan varios grupos... y algunos van con retraso. Van por entre la gente y algunas aprovechan para hacerse fotos. Primero la hermana de Elena, Shenia (Eugenia) y luego la propia Elena. ¡¡¡Qué les gusta un uniforme!!!
Y mientras vamos por el puente...
Y en esas que nos dan las diez de la mañana. Y esperamos, y esperamos... y se escuchan los hurrrrraaaaa. Y uno que tiene la radio encendida nos deja escuchar el discurso de Putin, y suenan las salvas de honor y el himno ruso. Y nosotros a tomar viento fresco. Por no tener no tienen ni unas malditas pantallas gigantes. Joder, ya que no puedes verlo en directo, ¡¡¡ponnos unas pantallas Putin!!!!
Y a eso de las 11 de la mañana empiezan a oirse motores en el cielo... primero los helicópteros...
Después los aviones...
Y la traca final...
Y el remate...
Y esto es el Día de la Victoria. Hay más actos pero éste es el principal y más invisible para el pueblo ruso y turistas como yo. Que está muy bien, que se respira un gran patriotismo, chorrean patriotismo por los cuatro costados y eso está muy requetebonico pero se ve mejor desde la cama en un buen televisor de 42 pulgadas y un zumo. No es de recibo que no se pueda ver prácticamente nada, que el pueblo no pueda participar más. O sea, que una y no más, santo Tomás. Do svidania esteparios!!!
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