23 de diciembre de
2012
Hay cosas que son
iguales en todas las partes del mundo, bueno, iguales pero también diferentes. Me
refiero a las cenas navideñas, esas cenas de empresa a las que siempre juras no
ir y al final acabas yendo porque oye, a nadie le amarga un dulce un poco de comida
y, sobre todo, una buena borrachera costeada por la empresa. Rusia no iba a ser
menos y aquí también tienen cenas de empresa.
Creo que fue de las
primeras cosas que me dijeron al llegar, que este domingo 23 había una cena y
que, por supuesto, contaban con mi presencia. Y como estos primeros días básicamente
hay que decir que sí a todo por eso de quedar bien, pues me salió un ‘por
supuesto que iré’ de lo más sentido. Total, que la víspera me mandan un mensaje
y me dicen que tengo que estar a las cinco y media en la oficina principal y
que allí me recogen.
Llega el domingo y se
levanta un día fresquito, a unos -25 grados estábamos y ahí que voy yo a por mi
‘Marsutka’ que me lleve a la oficina. Y debe ser como en España, que los
domingos hay menos frecuencia solo que en vez de esperar un cuarto de hora a 10
grados, esperas a -25. Yo creo que a los cinco minutos ya yo sentía algún dedo
de los pies (no llevaba las botas de nieve, botas de elegancia para la
ocasión), a los 10 minutos mis piernas ya empezaban a decir basta y cuando ya
llevaba un cuarto de hora, las mejillas, la boca… toda la cara estaba como
acartonada.
Encima me veía el
percal, va a llegar la ‘furgona’ y nos vamos a matar por entrar. Pues no fallé.
Llegó la ‘Marsutka’ y casi hay hostias por entrar. Yo entré pero os juro que no
sentía el cuerpo. No sé ni cómo acerté a bajarme en la parada y allí otros 5
minutos esperando a que me llevaran. Llega mi compañera y no encontrábamos el
sitio. Al cabo de 15 minutos dando vueltas en una zona donde hasta el Poli Díaz
se cagaría de miedo, dimos con el café… que desde fuera parecía una casa grande
sin más. Pues p’adentro…
Entro y todo muy… no
sé cómo decirlo… kistch (¿lo he escrito bien?). Era una especie de salón versallesco
pero con luces de discoteca. Si me dicen que eso es una casa putas me lo creo.
Eso sí, la mesa muy bien puestica…
Fiambres, ensaladas…
y ¡cómo no, fruta! Allí que me senté con mi compañera y a esperar a que el
resto de gente encontrara el sitio. Pero no os creáis que la gente esperó mucho
para atacar a los platos. Seguía llegando gente y la gente ya había atacado a
su comida. Y empiezan a brindar, como cuatro o cinco veces seguidas, por cosas
diferentes me imagino. Yo no me enteraba. Y yo pensando, cuando acaben los
brindis, a comer un poco. Pues nada de eso, a bailar… véase a la mujer de rosa dándolo todo...
Veo que todo el mundo
se levanta y a echar unos ‘dancings’, y luego otra vez a comer y empiezan a
entregar unos premios a los profesores y al americano y a mí nos sacaron y nos
dieron las gracias por estar con ellos, unas palabras de agradecimiento sentido
y nos regalan una entrada para el teatro de Ulyanovsk y a mí una tarjeta
descuento en el súper donde compro… oye, no se puede negar que útil es. Le voy
a sacar partido. Y vuelta al papeo.
Y sale el Santa Claus
ruso… parar de comer y a ver cómo era la elección de su ayudante, que es su
nieta. Pues cuatro chicas tenían que bailar y la que mejor lo hiciera sería la
ayudante de Santa Claus. Fue un momento surrealista… ellas bailando como si
estuvieran ligándoselo… no sé, fue eroticofestivoputapénico.
La morena, Olga, es la que mejor se lo montó con el Santa Claus ruski... en fin... no comments. Y que si más
bailables. Y la comida en la mesa pero nadie le hacía caso. Y más juegos… por
ejemplo, les daban un palo de una escoba y tenían que pasárselo y el que se lo
quedaba cuando acababa la música tenía que hacer algo con él. El americano tuvo
que hacer como un rodeo y empezó a cabalgar con el palo pero como el suelo
estaba un poco resbaladizo se metió un hostión del quince. Se levantó a la
velocidad del rayo… fue gracioso. Y nos hacen sentarnos y sorpresa…
Unas bailarinas
haciendo su show. Era todo muy surrealista. Y para acabar nos hacen bailar a
todos ¡LOS PAJARITOS! SÍ, COMO LO OÍS, LOS PAJARITOS. Yo no sabía dónde
meterme. Era como una fiesta de viejunos en Benidorm (perdón a todos los que os
gusta Benidorm) Una cosa tremenda. Total, que a la primera oportunidad que tuve
de que me llevarán en coche a casa, allí que me subí. En fin, una cena de
navidad al estilo ruso… ah, el vodka ni catarlo. Estos rusos son de pega. Do svidania!
A cada entrade tengo más claro que este cuaderno va a ser muy pero que muy interesante.
ResponderEliminarjajaja, qué genial!!
ResponderEliminarJuanjo... ¡lo que te queda por pasar! Y lo que lo vas a disfrutar...
ResponderEliminarAdemás, yo estoy contigo. ¿Por qué cojones no te dejan comer tranquilo en las celebraciones? Tanto brindis y tanta leche...
Supongo que si no has dicho nada es porque no te pidieron que hicieras uno (suerte que tuviste), aunque por si no lo sabes, los brindis por la salud y los padres, son OBLIGATORIOS, así que con cualquiera de ellos quedarías bien.
Aun así, una vez me dijeron que hay gente que busca opciones de brindis por internet (por si te lo quieres preparar un día...)
Jajajaja... lástima haberme pedido la leche que el que con en palo creía que estaba de rodeos... jejeje... aunque más pena me da no haberte visto bailar los pajaritos... nunca es tarde para aprender a tocar el acordeón...
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