domingo, 8 de diciembre de 2013

Ulyanovsk, 8 de diciembre de 2013. Haciendo un Juan Pablo II...

Ulyanovsk, 8 de diciembre de 2013.

Hola fieles seguidores esteparios. Esta semana ha sido complicada, muy complicada, y eso que empezó de una manera cojonuda gracias a una sorpresa que me dio mi antiguo compañero de universidad y amigo Pepe Verón. Recibí un mensaje suyo preguntándome si había recibido un paquete con unas longanizas de Graus. La sorpresa fue enorme porque no me habían dejado ninguna notificación en el buzón. Pero tras mirar en la web vimos que el paquete estaba en Ulyanovsk, en concreto en la oficina que me corresponde. Y para allá que fuimos Elena y yo porque no tenía el pasaporte, solo una fotocopia, e iba a ser complicado.

Y ojo que llegamos y preguntamos si tenían ahí el paquete que Pepe había mandado y me responden con: 'Ah, si, el paquete para el español... sí, si que ha llegado'. O sea, que en mi oficina de correos me conocen perfectamente. Lo que fue una ventaja porque, como preveíamos, la primera respuesta fue que sin pasaporte no hay paquete. Pasaporte, pasaporte, pasaporte... hasta que, no sé por qué milagro, la jefa de la oficina decidió que nos lo podía dar. No veáis el alegrón que nos llevamos. Y aquí están... con todos ustedes.... ¡las longanizas de Graus!


Que he de decir que las hemos probado y están de muerte, bueno, Elena todavía está disfrutándolas. Dijo que eso en Rusia no había y que nunca había comido nada parecido, o sea, Pepe, que muchas gracias. No tendremos reparos en recibir más presentes de este tipo.

Pues el día, que ya veis que iba bien, se torció del todo a la noche. La cosa es que había ido al 'super' y volvía con cuatro tonterías pero andaba pensando en lo que me habían costado las cosas y allí estaba esa placa de hielo esperándome. Y ahí que besé el suelo como Juan Pablo II en sus buenos tiempos y mi rodilla derecha tardó nanosegundos en hincharse como no la había visto nunca. La cosa es que dolía pero no mucho aunque, al llegar a casa y enseñarle la avería a Elena, decidimos que tenía que ir al hospital. Bueno, no al hospital... al 'traumpunkt'.

Por el nombre ya habréis adivinado que es un lugar para los traumas. Elena me explicó que todos los que se 'esmorran' en la calle van a parar al 'traumpunkt' Y ahí que nos plantamos a eso de las 9 de la noche. Y os lo podéis imaginar, jaleos porque era extranjero, que si no tenía el pasaporte... pero bueno, al final me cogieron los datos en la recepción y para adentro. A punto de experimentar mi primer contacto en la tercera fase con la sanidad rusa (aquí hay que poner la musiquita de ´Encuentros...)

Digamos que es todo... antiguo. Aproveché que no había nadie para sacar unas fotitos.



Ya veis que tele de plasma y sillones mullidos... como que no. Entramos por esa puerta y ahí estaba el médico. Y bueno, miró un poco la rodilla y me mandó a sacar unas radiografías. Me las hacen y fue gracioso porque te las dan en una especie de soporte, como un hierro, y están todavía húmedas. Recién salidas del revelado. Interesante.


Y con las fotos de la rodilla entramos en la consulta otra vez. Mira la radiografía, mira la rodilla y decide que necesita una segunda opinión. Y me manda al hospital que está justo enfrente. Pero como era de noche tenías que entrar por una puerta posterior y no veas para encontrar la 'puertita' que jaleo. Total, que la encontramos y... cerrada. Llamamos al timbre y nos abre una mujer que debía rondar los 80 y que era un dechado de amabilidad y dulzura. Rusa de pura cepa... que cosa. Y que qué hacíamos allí, quién nos había mandado... bueno parecía un interrogatorio al más puro estilo KGB. Bueno, la cosa es que al final nos 'permiten' entrar y que nos atiendan. Elena rellena papeles y más papeles... un clásico y en esas que viene el médico. Y éste sí, éste manipuló la rodilla... vamos, como debería hacerlo un médico digo yo. Y más radiografías.

Y la doctora que las hace debía estar durmiendo porque tenía una especie de pijama multicolor e indescriptible, me niego a reconocer que eso era el uniforme de trabajo, y ahí que me pone en la 'maquinita' y otra vez para el médico. Y todo el tiempo que tuve que esperar en una camilla en el pasillo. Y al final, el veredicto fue que necesitaba una escayola... bueno, media, porque me escayolaron solo la parte posterior de la pierna. Me vendaron y para casa. Mi primera escayola 'chispas'. Eso sí, al día siguiente de nuevo al 'traumpunkt'.


He de reconocer que me sentía un poco estúpido por haberme caído pero al día siguiente se me quitaron los complejos, el 'traumpunkt' parecía el metro en hora punta, 'petao' de rusos 'esmorraos'. Manos, muñecas, piernas, tobillos... eso era un espectáculo. La cosa es que los primeros días del invierno tienen un alto índice de siniestralidad. No es que yo fuera especialmente torpe aunque un poco sí...

Y esta segunda vez ya me tocó pagar la consulta, no muchos, unos 5 euros pero si eres extranjero cada vez que vas al médico... a pasar por caja. Otro médico diferente que debió cagarse en los muertos del que me había atendido en el hospital... detecté cierta animosidad entre colegas. Bueno, la cosa es que al final sigo con mi escayola, he estado en casa descansando y dando clases. El martes que viene volvemos al 'traumpunkt' a ver si me quitan la escayola y me pongo una rodillera que he comprado, en plan casi de la NASA (que me recomendó el médico que me imagino se llevará comisión).

Lo bueno es que una de mis estudiantes de castellano, Diana, es médico y se ha ofrecido a acompañarme al 'traumpunkt' porque, casualidades de la vida, el médico que me vio, el que trinca gracias a la rodillera, fue compañero de clase de mi estudiante. Va a flipar el médico ciando me vea llegar con Elena y Diana. Si es que hay que tener amigos hasta en el infierno... ya os contaré cómo acaba mi rodilla y la escayola. Lo celebraremos con longanizas de Graus. Do svidania!

1 comentario:

  1. Vuelva a explicar como mandar embutido y colesterol por este noble blog cual Pepe.

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